La palabra de Dios escrita está llena de misterios, pero no lo está menos su palabra realizada en los sucesos del mundo. Se trata de dos libros que verdaderamente están sellados. La letra de uno y otro mata. Dios es el centro de la fe, es un abismo de tinieblas, que desde ese fondo se esparcen sobre todas sus producciones. Todas sus palabras y todas sus obras son, por así decirlo, rayos obscuros de este sol todavía más obscuro. Nosotros abrimos los ojos corporales para ver el sol y sus rayos, pero los ojos de nuestra alma, por los que vemos a Dios y a sus obras, están cerrados. Las tinieblas ocupan aquí el lugar de la luz, y la sabiduría es una ignorancia que ve en lo invisible.
La Sagrada Escritura es una palabra obscura de un Dios todavía más misterioso. Y los sucesos seculares son también palabras obscuras de este mismo Dios, tan oculto y desconocido. Son como gotas de la noche, pero de un mar de noche y de tinieblas. Todas esas gotas, todos esos arroyos, guardan el sello de su origen. La caída de los ángeles, la de Adán, la impiedad e idolatría de los hombres, antes y después del Diluvio, y aún viviendo los Patriarcas, que sabían y narraban a sus hijos la historia de la creación y de la conservación del hombre, siendo aún tan reciente ¡son palabras de la Sagrada Escritura, pero obscuras! Unos pocos hombres, preservados de la idolatría, mientras todos los demás se extravían, hasta la venida del Mesías; la impiedad que se hace universal y que manda en todo, este pequeño número de defensores de la verdad, siempre perseguidos y maltratados, el trato dado a Jesucristo, ¡las plagas del Apocalipsis!... ¿Cómo es posible? ¿Ésas son las palabras de Dios, lo que Él ha revelado e inspirado? Y los efectos de esos terribles misterios, que continúan hasta la consumación de los tiempos, siguen siendo la palabra viva de Dios, que nos enseña la Sabiduría, el Poder, la Bondad. Todos los atributos divinos se manifiestan en todo cuanto sucede en el mundo. Todo ello es una enseñanza. Pero, ay: es necesario creer, pues ahí no se ve nada.
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