Según esto, todas las almas sencillas no tienen sino un solo camino general, que se diferencia y particulariza en todo para formar la variedad de los vestidos místicos. Y todas las almas sencillas se aprueban y estiman mutuamente, diciéndose entre ellas: «Vamos adelante, cada una por su camino, con la misma meta, unidas en un mismo empeño y en una misma ordenación de Dios, diversificada en cada una de nosotras».
Así es como hay que leer la vida de los santos y los libros espirituales, sin hacer nunca cambios que nos lleven a dejar nuestro camino. Por eso mismo, es absolutamente necesario hacer lecturas y mantener conversaciones sólo según la voluntad de Dios, pues cuando esta voluntad hace de todo eso un deber presente, el alma, muy lejos de hacer cambios falsos, se ve confirmada en su propio camino por esas mismas cosas tan diferentes que ve en su lectura. Pero si la voluntad de Dios no nos propone la lectura ni la consulta espiritual como un deber presente, de todo ello saldrá siempre perturbación, y vendrá a darse en una confusión de ideas y en una variación continua, pues sin la ordenación de Dios, en nada puede haber orden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario