jueves, 25 de junio de 2020

9.16. Todos podrían llegar a la santidad por esta vía

Sí, Amor querido, todas las almas llegarían a estados sobrenaturales, sublimes, admirables, inconcebibles, si todas se contentasen sólo con tus acciones. Ciertamente, si se supiera dejar hacer a esta mano divina, se llegaría a la perfección más alta. Todos la alcanzarían, pues ella está ofrecida a todos. No hay más que abrir la boca, y ella entra suavemente, como una bebida, pues no hay alma que no esté llamada a una santidad maravillosa. Todos vivirían, obrarían y hablarían con una perfección milagrosa. Imitándose unas a otras, todas las criaturas, mediante las cosas más comunes, se verían singularizadas por la acción divina.

¡Ay, Dios mío! ¿Cómo podría yo convencer a tus criaturas de las verdades que estoy diciendo? ¿Por qué, poseyendo yo este tesoro, y pudiendo enriquecer con él a todo el mundo, he de ver secarse las almas como las plantas en el desierto? Venid, almas sencillas, que no tenéis ninguna traza de devoción; vosotras, que no tenéis talento alguno y que ignoráis los primeros elementos de instrucción y método; que ni siquiera conocéis los términos espirituales; que os admiráis y asombráis de la elocuencia de los sabios. Venid, y yo os enseñaré un secreto con el que vais a ser más grandes que esos hombres tan sabios. Venid, y os haré ver cómo tenéis la perfección a vuestro alcance, y cómo podéis encontrarla bajo vuestros pies, sobre vuestra cabeza, a vuestro alrededor. Os uniré a Dios y os tendré de la mano desde el primer momento en que practiquéis lo que os diré.

Venid, pero no para estudiar el mapa de la espiritualidad, sino para poseerla y caminar con gusto por sus senderos, sin temor a extraviaros. Venid, no para conocer la historia de la acción divina, sino el modo de haceros objeto de ella; no para aprender lo que ella ha hecho en el curso de los siglos y que sigue haciendo, sino para que vengáis a ser el simple sujeto de su actuación. No necesitáis conocer las palabras que esa acción divina hace entender a los otros, para que las repitáis después ingeniosamente, sino tenéis que escuchar aquéllas que os dará a vosotros como propias.

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