De ningún modo se me ocurrirá reducir toda la religión, como hacen los quietistas, a la aniquilación de actos distintos, menospreciando todos los demás medios, porque lo que perfecciona es la ordenación de Dios, y Él es quien hace bueno para el alma todo medio al cual la aplica. No, yo no pondré límites, ni maneras, ni condiciones a la voluntad de Dios, sino que me empeñaré en recibirla bajo todas las formas por las que se me quiera comunicar, y estimaré también todas las otras por las que Él quiera unirse a los demás.
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