Quietistas ignorantes y sin experiencia, que pretendéis en la esposa una paz y una insensibilidad que no hubo en Jesús y en María, ni en David o los profetas, ni en los apóstoles: ¡qué poco conocéis el poder de la acción divina, su extensión y su fuerza, la variedad y eficacia de las sombras de la pura fe! No tenéis ni idea del sueño de la esposa en esta noche profunda. Vuestra doctrina se manifiesta falsa en las admirables operaciones y juegos que el Espíritu Santo nos describe en el Cantar de los Cantares. Todas sus palabras están desmintiendo vuestras doctrinas.
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