El momento presente está siempre lleno de tesoros infinitos, y excede completamente vuestra capacidad. La fe es la medida, y encuentra tanto como cree. También el amor es la medida: cuanto más ama vuestro corazón, cuanto más desea y más cree encontrar, más encuentra. La voluntad de Dios se presenta a cada instante como un mar inmenso, que vuestro corazón no puede agotar. Él recibe tanto como abarca por la fe, la confianza y el amor. Todas las demás criaturas no pueden llenar vuestro corazón, pues éste es más grande que todo lo que no sea Dios. Las montañas que asombran los ojos no son más que átomos en el corazón. En esa voluntad divina, escondida y oculta en todo lo que os va sucediendo en el momento presente, es donde hallaréis un tesoro que excede infinitamente todos vuestros deseos.
No hagáis, pues, la corte a nadie. No adoréis lo que no son más que sombras y fantasmas, que no pueden daros ni quitaros nada. Solamente la voluntad de Dios realizará vuestra plenitud, sin dejaros ningún vacío. Adoradla, pues, entregáos a ella rectamente, pentráos de ella, y abandonad en cambio todas las apariencias.
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