Nada más razonable, perfecto y divino que la voluntad de Dios. ¿Acaso puede crecer su infinito valor por algunas diferencias de tiempo, lugar o cosas? Si os es dado el secreto de encontrar esa voluntad divina en todos los momentos, poseeréis entonces lo que es más preciso y digno de ser deseado. ¿Qué andáis buscando, almas queridas? Vibre libremente vuestra alma, álcense vuestros deseos más allá de toda medida y límite, dilátese vuestro corazón hasta el infinito: yo sé cómo pueden colmarse todos esos ímpetus. No hay momento en que yo no pueda haceros encontrar todo aquello que podáis desear.
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