jueves, 25 de junio de 2020

11.13. Camino oculto y obscuro

No puede haber en la vida espiritual nada más sencillo y más al alcance de todos. Éste es, pues, el camino maravilloso y obscuro. Para caminar por él el alma necesita una gran fe, pues todo se presenta tan dudoso que la razón siempre halla motivos para protestar. Aquí es preciso creer en lo que no se ve. A juicio de los judíos, los profetas fueron santos, pero este Jesús es un «embaucador» [Mt 27,63; Lc 23,2.5.14]. ¡Qué poca fe tiene el alma que, como ellos, se escandaliza de Él!

Desde el principio del mundo Jesucristo vive en nosotros, y en nosotros obra durante toda su vida. Aquél que se nos entrega hasta el fin del mundo permanece siempre. Jesús vivió y vive hoy una vida que comenzó en sí mismo, que continúa en sus santos y que no terminará jamás. ¡Oh, vida de Jesús, que comprende y excede todos los siglos! Si todo el mundo es incapaz de contener todo lo que podría escribirse acerca de Jesús, todo lo que Él hizo o dijo, toda su vida; si el Evangelio no nos da sino unos pocos trazos; si sus primeros tiempos son tan desconocidos y tan fecundos, ¿cuántos Evangelios sería preciso escribir para contar la historia de todos los instantes de esta vida mística de Jesucristo, que multiplica sus maravillas hasta el infinito y las multiplicará eternamente, pues en realidad todos los tiempos no son sino la historia de la acción divina?

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