El Espíritu Santo ha hecho consignar en caracteres infalibles e indudables algunos instantes de esa larga historia. Ha recogido en las Escrituras algunas gotas de ese mar, manifestando los secretos e ignorados caminos por los que Jesucristo ha aparecido en el mundo. En medio de la confusión de los hijos de los hombres, se ven así los canales y venas por donde se reconoce el origen, la raza, la genealogía de este Primogénito. Todo el Antiguo Testamento es solamente un caminito entre los innumerables e inescrutables caminos de esta obra divina, que así señala no más que lo necesario para llegar hasta Jesús. Y el resto ha quedado escondido en los tesoros de la sabiduría del Espíritu divino.
En efecto, de todo este océano de la acción divina solamente ha manifestado un hilillo de agua que, llegando hasta Jesús, se pierde en los apóstoles y queda abismado en el Apocalipsis. De manera que el único objeto de nuestra fe es el resto de la historia de la acción divina, es decir, toda la vida mística que Jesús lleva en las almas santas hasta el fin de los siglos.
Todo cuanto se ha escrito es sólo lo más evidente. Pero ahora nosotros estamos en los siglos de la fe, y el Espíritu Santo escribe los Evangelios solamente en los corazones. Todas las acciones y momentos de los santos son Evangelio del Espíritu Santo, en el que las almas son el papel, y sus sufrimientos y acciones son la tinta. El Espíritu Santo, por la pluma de su acción, escribe un Evangelio vivo, que solamente podrá ser leído en el día de la gloria, cuando, después de salir de la prensa de esta vida, será publicado.
¡Qué bellísima historia! ¡Qué libro tan hermoso escribe el Espíritu Santo en el presente! Almas santas, es un libro que está en prensa todavía, pero no hay día en que no se vayan componiendo las letras, aplicando la tinta, imprimiendo las hojas. Nosotros, sin embargo, permanecemos en la noche de la fe, y el papel resulta más negro que la tinta. No se aprecia en los caracteres sino pura confusión, es como una lengua de otro mundo, no se entiende nada. Es un Evangelio que solamente podréis leer en el cielo.
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