«No despertéis a la esposa» [Cant 3,5], espíritus hábiles, artificios, acciones humanas. Dejadla sufrir, temblar, correr, buscar. Es cierto, el Esposo juega a engañarla y se disfraza, mientras ella sueña y sus penas no son más que sueños nocturnos. Pero dejad que siga durmiendo, dejad que el Esposo trabaje en esta alma querida suya, y represente en ella lo que solamente Él sabe trazar y expresar. Dejadle continuar con sus representaciones. Él la despertará en su momento.
José hace llorar a Benjamín [Gén 44,1-17; 45,1-6, haciendo esconder dinero en los sacos de su hermanos y su propia copa en el costal del niño]. Servidores de José, ¡no descubráis su secreto al pequeño! José le engaña, y su engaño pone a prueba toda su astucia. Benjamín y sus hermanos se ven sumidos en un dolor inmenso, pero no es sino un juego de José. Los pobres hermanos no ven otra cosa que un mal sin salida. No les digáis nada, que él solucionará todo. Él mismo les despertará de su engaño, y admirarán su sabiduría, que les ha hecho ver un mal tan grande y desesperado en lo que para ellos va a ser causa de la mayor alegría.
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