viernes, 26 de junio de 2020

8.13. Deberes generales y deberes particulares

¿Y cuál es, pues, ese deber que constituye por nuestra parte toda la esencia de la santidad? Se da de dos modos. Hay, en primer lugar, un deber general, que Dios impone a todos los hombres. Y en segundo lugar, unos deberes particulares, que prescribe a cada uno, y por los que vincula a cada hombre a estados concretos. Así es, por consiguiente, como Dios nos manda cumplir los mandamientos que nos obligan a su amor, y así es como nos invita a seguir sus consejos, en la medida en que su realización se hace posible por las mociones de la gracia. Por tanto, lo que Él pide de cada uno nunca va más allá de las fuerzas que ha recibido, y esto manifiesta su equidad.

Escuchadme vosotros, que aspiráis a la perfección, y que desfallecéis a la vista de lo que hicieron los santos y de lo que os prescriben los libros de espiritualidad; vosotros, que estáis abrumados por las tremendas ideas que os habéis forjado sobre la perfección. Conoced esto que parecéis ignorar. Dios quiere que yo escriba todo esto para vuestra confortación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario