Por lo demás, esta alma necesita menos que otras la dirección espiritual, pues no ha llegado donde está sino por medio de muy expertos y excelentes directores, y es algo providencial que ahora se quede sin ayuda, cuando el que tenía está lejos o murió.
Incluso en este caso está dispuesta a dejarse guiar, y espera con paz el momento de la acción de la Providencia, sin pensar ya después en ello. De vez en cuando, en este tiempo de privación, encontrará personas, sin conocerlas ni saber de dónde provienen, por las que sentirá una secreta confianza que Dios le inspira. Él quiere servirse de ellas como de una señal, por la que comunicarle alguna luz, aunque sólo sea pasajera. El alma, entonces, consulta y sigue con toda docilidad los consejos que recibe. Pero cuando faltan estas ayudas, guarda fidelidad a las orientaciones que le fueron dadas por su primer director. Y así está siempre muy dirigida, bien por los antiguos consejos recibidos hace tiempo, o bien por estos avisos ocasionales. A éstos se atienen ellas hasta que Dios les dé alguien a quien puedan confiarse por completo, o hasta que se los lleve de este mundo, después de que ellas hayan caminado en el abandono bajo su guía.
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